La gentil sabiduría de los árboles

Quien quiera que piense que debajo de nuestros pies sólo hay tierra, está cometiendo un grave error. En lo subterráneo se esconde uno de los misterios más brillantes de la naturaleza, una forma intrincada de generar unión.

Es una mágica red subterránea entre el mundo fúngico y los microorganismos del bosque.

La comunicación más pura que existe

Puede que los árboles, los hongos y las bacterias no posean un cerebro como el que los animales tienen, pero no lo necesitan, en conjunto forman un gran cerebro en sí mismo. En las profundidades de la tierra, allá donde el hombre no es capaz de ver, se entreteje una conjunción de las raíces de los árboles. Los científicos la conocen como la Wood Wide Web, o la Amplia Red de Madera. Desde el árbol más pequeño hasta el más grande, en lo profundo yace una enorme sinapsis comunicándose sabiamente y donde cuidan unos de otros.

Aprender a mirar más allá de lo evidente es una cualidad que no cualquiera desarrolla, aquellos que decidieron dejar a un lado la obviedad, encontraron que los árboles no son los únicos que participan de esta gran sinapsis. Los hongos y las bacterias también hacen lo suyo, labran la tierra intercambiando nutrientes y minerales para volverla un lugar seguro para emerger vida de ella.

Pero no sólo se trata de una conexión entre estos tres reinos, la flora, el mundo fúngico y las microscópicas bacterias. Va más allá de eso, es comunicación en la forma más pura y natural que existe. La tierra es un mundo escondido, está compuesta por millones de microorganismos que se alimentan de los desechos orgánicos que otros seres dejan en su paso por la muerte. Es un cementerio que vuelve a la vida una constante dialéctica.

Sistema complejo de hermandad arbórea

Los habitantes del bosque utilizan todo el potencial que la naturaleza les puso enfrente para crear un complejo sistema de coexistencia. Por ello decimos que es la forma de conexión más pura que existe, porque entre los enormes árboles, los hongos y las microscópicas bacterias, se aseguran de proveer a cada uno de lo que necesita.

Los hongos y los árboles han formado una alianza milenaria que les permite subsistir. Por medio de las raíces, los gigantes sabios desprenden humedad y savia, de la que se alimenta el mundo fúngico a su alrededor. A esta alianza se la llama micorrizas y es una asociación simbiótica. Por su parte, los filamentos de los hongos movilizan los nutrientes y minerales de la tierra hasta las raíces de los árboles. La próxima vez que observes un árbol con hongos en la cercanía, entenderás que no se trata de una plaga, sino de una conexión sorprendente entre ambos.

Pero en un acontecimiento todavía más sorprendente, los árboles conectan sus raíces entre ellos mismos para mandar señales y entablar una charla arbórea. Por medio de señales bioquímicas y eléctricas son capaces de alimentarse entre ellos mismos. Si detectan que un vecino cercano está enfermo o carece de la luz o humedad suficientes para subsistir, lo ayudan. Incluso se ha comprobado que en conjunto varios árboles pueden mantener vivo a un muñón (tocón) de un compañero caído por la tala humana u otro factor.

Cambio de visión

Después de todo parece que James Cameron no estaba tan equivocado y llevó a la pantalla de forma muy elocuente la Wood Wide Web, aunque Avatar se desenvuelva en otro mundo lejano de la Tierra, la naturaleza de ambos mundos parece no ser muy distinta. La próxima vez que abraces un árbol, ten en cuenta que podría estarte compartiendo su energía sanadora que emerge de millones de raíces conectadas allá abajo.

Una vez que conoces la red intrincada que forman las raíces de los árboles, las bacterias y hongos, resulta casi imposible mirar el bosque y la tierra de igual forma que antes. Se vuelve una lección de resiliencia y unión que los humanos mismos deberían aprender a aplicar en sus sociedades. La sabiduría del bosque está frente a nosotros, sólo que lo esencial es invisible a los ojos.

Fuente:

Ecoosfera

Alejandra Martínez